domingo, 7 de junio de 2015

La fundación en Cuba de Santa María del Rosario en 1732.

El tabaco se había expandido en el entorno de La Habana desde mediados del siglo XVII. Este hecho impulsó una creciente emigración familiar canaria atraída por las posibilidades de futuro que se divisaban con ese cultivo cada vez más demandado. Migración que es paralela a los primeros síntomas de crisis del sector exportador vinícola.

A la pérdida de los mercados exportadores del vidueño con la emancipación portuguesa y la política arancelaria británica tendente a favorecer al Oporto portugués en detrimento del malvasía canario, se une el grave impacto de la Guerra de Sucesión Española y el descubrimiento de las ricas vetas de metales preciosos de Brasil. La conjunción de estos factores explica que en el entorno de 1730 prácticamente quede seriamente mermado y casi extinto el capítulo exportador de nuestros malvasías.
La grave crisis del sector exportador insular, la sobrepoblación relativa de las Islas, en especial de Tenerife, origina una considerable emigración familiar que se ve canalizada hacia Cuba y Venezuela en su gran mayoría, al margen del llamado tributo de sangre del régimen de comercio canario-americano. Ello es así por la incapacidad de la Corona de hacer frente a los gastos que conllevaba su espera a la salida de los buques y muy especialmente su instalación en nuevas tierras y poblados1. El sueño de convertirse en hacendado es la mayor incitación que lleva a numerosas familias isleñas a vender sus pertenencias para pagar con ellas sus pasajes y a cruzar el Atlántico. El aporte de estas en unas labores en las que constituyen un gran soporte como las tabaqueras, el cultivo de pequeños huertos y las estancias ganaderas contribuye a explicar la creación desde bien temprano de redes de solidaridad y ayuda mutua entre parientes y vecinos.

La riqueza originada por el tabaco lleva desde bien pronto a la oligarquía cubana y a la Monarquía a controlarlo. Su estanco por el Estado con el monopolio de su compra-venta, se vio contestado por tres graves rebeliones de vegueros en Cuba entre 1717 y 1723 coetáneas al motín del Intendente Ceballos en Canarias. La última sedición tabaquera, tras una carga de soldados contra los amotinados, culmina con el ajusticiamiento de 11 de ellos decretado por el Capitán General y con la creación de la Intendencia General del Tabaco2. Esa asunción por el Estado de tal recurso y la general depreciación que sufre su cultivo contra imposición incide de forma indiscutible en la ralentización del cultivo en la isla, contrarrestada por el decidido apoyo hacia la caña de azúcar.