jueves, 26 de abril de 2007

* 14.- MANUEL HDEZ. EN LA PRENSA

Manuel Hernández González

AGAPITO DE CRUZ FRANCO

En el último Pleno de 2007, el Ayuntamiento de La Orotava votaba por unanimidad la candidatura del historiador Manuel Hernández González a los Premios Canarias 2008, modalidad de patrimonio histórico. Su trabajo como investigador acreditan la iniciativa.
Natural de La Orotava, es Profesor Titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna. Ha sido Profesor invitado y becario postdoctoral de la Universidad de John Hopkins de Baltimore.Participado en numerosos congresos nacionales e internacionales y publicado artículos en revistas científicas españolas y extranjeras. Además de diferentes distinciones, tiene más de 40 libros publicados. Entre ellos: “Diego Correa, un liberal canario ante la emancipación americana”, “Religiosidad popular en Tenerife durante el siglo XVIII”, ”La Ilustración en Canarias y su proyección en América”, “La esclavitud blanca”, “Los conventos de La Orotava”, “La emigración canaria a América (1765-1824)”, ”Los canarios en la Venezuela colonial (1670-1810)”,“Canarias libre”, ”Permanencia en Tenerife” (sobre Humbolt), “Enfermedad y muerte en el siglo XVIII”, “El Corpus Christi en La Laguna a través de la historia”, etc. Los dos últimos “Francisco de Miranda y Canarias” y “Fiestas y creencias en Canarias en la Edad Moderna”, donde, alejado de visiones etnocéntricas, ofrece una visión de conjunto, haciendo hincapié en la evolución de las mismas en el tiempo, tratando de eliminar muchos tópicos.
Este enorme potencial es, de todos modos, el comienzo de lo que Manolo puede aportar a la cultura y a nuestra común historia Canarias-América. Es un libro andante. Con una capacidad portentosa para los acontecimientos, relacionar hechos históricos y mostrar cada época en su contexto. Sin intereses políticos imaginados con los que otros reiventan el pasado a su imagen y semejanza. Historia. Ciencia histórica.Vive entre la Universidad, su Biblioteca y los archivos de medio mundo. Es humilde y sin las alharacas que suelen acompañar a personas relevantes. Al contrario, él pasa desapercibido. La Virgen de Chiquinquirá, la Merced, Guadalupe, de tanta importancia en las revoluciones americanas. Bolívar, Sucre, Secundino, Miranda o San Martín. Todo un corolario de personajes y familias a caballo del mito que con él se vuelven humanos. Venezuela y Cuba. Sto Domingo, Uruguay, Nuevo Méjico, Florida… configuran destinos donde el canario dejó su impronta y que rescata de esa memoria histórica perdida. Memoria, que durante siglos configuró nuestra cultura canaria hecha de pueblos unidos por el Océano. Mijo, farrobo, piche, guagua… Cientos de vocablos de un universo lingüístico compartido por tantas geografías mestizas. Esta visión ecológica de la historia le debe venir de su juventud como miembro del MEVO, organización pionera que inició un ecologismo que hoy impregna toda la sociedad. Su compromiso quedó patente en sus aportaciones contra la Vía Diagonal que en La Orotava hubiese sesgado su patrimonio histórico. Sus críticas a la remodelación de los Jardines Victoria y su arquitectura masónica. O, en los años 80, encadenado en el Teide para impedir el expolio geológico de nuestro patrimonio natural. Fue a Manolo a quien primero oí eso de la cadena trófica en los seres vivos. La relación de interdependencia entre estos y los elementos del ecosistema y en el que la historia, juega un papel primordial. Si lo quieren comprobar, recorran con él la ruta de los molinos de agua de La Orotava en torno a los que se configuró la Villa. La humilde arquitectura de reminiscencias portuguesas de las casas de la Villa de Arriba. La solariega y aristocrática de la Villa de Abajo. La Iglesia Matriz de La Concepción. La de San Juan Bautista del Farrobo y sus recuerdos infantiles con su tío Don Domingo el Cura. En 1936 su abuelo Manuel González Pérez había hecho historia al convertirse en el último alcalde democrático previo a la Guerra Civil y que ésta condenó al exilio. Hoy, su nieto, rescata de éste el patrimonio histórico de un mundo que nos permite conocer el pasado, entender el presente y pensar el futuro.



Ruiz de Padrón, un canario en FiladelfiaDiario las Américas - hace 20 horasEntre los contados hispanos que participaron de las tertulias de los grandes patriotas norteamericanos, fundadores de los Estados Unidos, aparece el canario ...


Obra de Manuel Hernández, se edita el libro “Las tradiciones icodenses”





(o8/o5/2007) Manuel Hernández escribe un libro sobre las tradiciones de Icod de los Vinos

(17/10/2006) Antonio José Ruíz de Padrón, De las Cortes de Cádiz al Trienio Liberal, estudio crítico de Manuel Hernández González

(17/07/2006) El historiador Manuel Hernández publica una nueva obra histórica

(15/07/2006) La ilustración y los viajeros cientificos europeos (1700-1830)

(14/07/2006) Ediciones Idea incluye una nueva obra de Manuel Hernández González en la colección Desde América

(16/06/2006) Manuel Hernández González: Francisco de Miranda y su ruptura con España, Tenerife, 2006. Ediciones Idea, 213 pp.

(13/07/2006) Ediciones Idea incluye una nueva obra de Manuel Hernández González en la colección Desde América

 La teatralidad y la noche son rasgos característicos de las fiestas canarias"
El historiador Manuel Hernández analiza en un libro las creencias y las festividades de las Islas
Manuel Hernández, profesor titular de Historia de América en la Universidad de La Laguna. / moisés pérez

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Las romerías actuales: "Todo un invento moderno"
Las romerías y sus orígenes son uno de los puntos más interesantes tratados en el libro de Manuel Hernández. "La romería, tal y como la entendemos hoy, que quede claro, es un invento moderno, que data del año 1936. La romería tradicional era una romería nocturna. La gente viajaba de un sitio a otro a rendir tributo a una devoción determinada. Se iba a Candelaria como se iba desde La Esperanza al Puerto de la Cruz. Romería es sinónimo de peregrinaje. No nos olvidemos que esta palabra procede del vocablo Roma, y viene a significar algo así como ’ir a un santuario", expone el investigador. La romería actual surge en la Villa de La Orotava, en 1936, y desde el municipio norteño se extiende años después a La Laguna, Garachico, Tegueste, y al resto de Tenerife y de Canarias. "La romería es un revival, por decirlo así, de las élites sociales, que tratan de imitar unas valores que se están perdiendo. Se empieza a usar el traje típico, no el tradicional. Precisamente, cuando viene la importación masiva de tejidos ingleses, en el siglo XIX, se acaba con el traje tradicional". "El campesino", añade, "hacía las fiestas en función de las cosechas; nosotros ya no hacemos eso, porque somos otro tipo de sociedad. Las fiestas han sido desplazadas a los domingos y a los sábados. El labrador dividía el calendario a tenor de las faenas del campo". En su opinión, todos los pueblos han querido recrear ese modelo de mirada al pasado, de raíz rural y agraria, "algo que fue impulsado por las capas burguesas". "Es curioso cómo una sociedad terciarizada como la nuestra recrea el mundo del campo, por ejemplo, en una carroza típica"

Fran Domínguez Santa Cruz



s la de su deserción de las tropas españolas y su ruptura, pues, con la España coloniaLSociedades secretas en la vieja Cuba

Las sociedades secretas habaneras a finales del XIX a ojos de un ilustrado jefe policial, el grancanario José Trujillo y Monagas, las razones de la ruptura con España de Francisco de Miranda y las crónicas de la colonia canaria en Cuba en los años 20 del pasado siglo del periodista canario Francisco González Díaz son las últimas entregas del americanista Manuel Hernández.
ANTONIO G. GONZÁLEZ / LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. La primera de estas entregas, la referida a uno de los más inquietantes aspectos de los bajos fondos habaneros decimonónicos, la constituye la reedición, con estudio crítico del propio Hernández, de Los criminales de Cuba del citado Trujillo y Monagas. El interés principal de la obra de este policía licenciado en Derecho, que emigró desde su Las Palmas de Gran Canaria natal muy joven a La Habana como practicante médico militar, estriba en primer término en que contiene, entre otras cosas, una descripción minuciosa, la primera conocida, de los ñáñigos (hoy más conocidos como abakuas). Se trata de una sociedad secreta de negros, luego abierta a los blancos, en la que Trujillo, abuelo del famoso dictador dominicano Manuel Leónidas Trujillo, medio se infiltró, fundada en 1830 por esclavos procedentes del sur de Nigeria a imagen y semejanza de las de su tierra natal, cuyos ritos y códigos y conductas oscurantistas sembraron enorme miedo social a pesar de que la actividad delictiva e incluso los delitos de sangre de sus miembros no fuera mayor que las del resto del hampa habanero.EL PRIMER GENDARME. Pero, además, con Los criminales de Cuba emerge también la primera gran figura del gendarme en Cuba, cuya proyección social sacó por vez primera la crónica negra de las comisarías para situarlas en el plano mediático y, por extensión, también político. Aunque bien es cierto que esto último se producía en una doble dimensión: la que significa un intento de hacer análisis social y en cierto modo etnográfico del comportamiento criminal muy influido por el determinismo criminológico de Lombroso (un auténtico ejemplo de delirio ilustrado), lo cual viene a consumar el discurso de su exclusión social, que es puramente de orden político. Y, a su vez, la que implica el que se libraba la figura del policía del hecho de serlo de un sistema de dominación colonial, lo cual acaba mezclando con lo anterior su papel de represor político. Trujillo y Monagas representa, de hecho, "la psicología perspicaz y aguda del policía decimonónico", en palabras de Manuel Hernández. Y, de hecho, fue su capacidad de penetración en los entramados de la sociedad y sobre todo del hampa lo que le procuraron una enorme fama en las últimas décadas del colonialismo español. El estudio de Hernández, fiel a los rigores del dato histórico, abre la puerta, por lo demás, a otras perspectivas más de orden hermenéutico pertinentes para este estudio sobre el hampa, por lo que de ello pueda extraerse en relación con la construcción (social) del saber o, lo que es lo mismo, los procedimientos discursivos del poder.LA RUPTURA DE MIRANDA. En segundo lugar, "Francisco de Miranda y su ruptura con España" es un amplio análisis de una etapa central en la vida de Fernando de Miranda, como el a lo largo de la Guerra de las Trece Colonias (la guerra de independencia de EE UU), en la que Francia y, en menor medida, también España apoyó al sur de ese país frente a Inglaterra. El libro de Hernández relata básicamente las relaciones de Miranda con los Gálvez, una familia andaluza que dominaba la estructura de poder de la América hispana a través del Consejo de Indias, y que acabó acusándolo tanto a él como a su mentor, el capital general de La Habana, Juan Manuel de Cacigal, de traición y contrabando tras una misión especial en Jamaica, logrando encarcelarlos a ambos. Miranda se vuelve consciente de la lógica metropolitana de los Gálvez de este modo y se produce su giro ideológico en relación con el destino venezolano.Por último, la reedición, también con un estudio crítico de Manuel Hernández, de un libro de encargo a un periodista canario de comienzos del XX. El que le hiciera la Asociación Canaria, una agrupación de isleños pudientes en Cuba, a Francisco González Díaz, un creador de opinión en las Islas cuyos artículos se reeditaban en la prensa americana, como el famoso periódico habanero El diario de la Marina. Cuba se encontraba en plena expansión económica, por contraste con el mal ciclo que la I Guerra Mundial supuso para Canarias. Y los isleños enriquecidos ansiaban lustre social entre la sociedad caribeña. González Díaz fue invitado a recorrer la isla y a escribir sobre la comunidad canaria. Éste es. Ni más ni menos, el fiel producto de tal encargo. Sociedades secretas en la vieja Cuba
practicante médico militar, estriba en primer término en que contiene, entre otras cosas, una descripción minuciosa, la primera conocida, de los ñáñigos (hoy más conocidos como abakuas). Se trata de una sociedad secreta de negros, luego abierta a los blancos, en la que Trujillo, abuelo del famoso dictador dominicano Manuel Leónidas Trujillo, medio se infiltró, fundada en 1830 por esclavos procedentes del sur de Nigeria a imagen y semejanza de las de su tierra natal, cuyos ritos y códigos y conductas oscurantistas sembraron enorme miedo social a pesar de que la actividad delictiva e incluso los delitos de sangre de sus miembros no fuera mayor que las del resto del hampa habanero.EL PRIMER GENDARME. Pero, además, con Los criminales de Cuba emerge también la primera gran figura del gendarme en Cuba, cuya proyección social sacó por vez primera la crónica negra de las comisarías para situarlas en el plano mediático y, por extensión, también político. Aunque bien es cierto que esto último se producía en una doble dimensión: la que significa un intento de hacer análisis social y en cierto modo etnográfico del comportamiento criminal muy influido por el determinismo criminológico de Lombroso (un auténtico ejemplo de delirio ilustrado), lo cual viene a consumar el discurso de su exclusión social, que es puramente de orden político. Y, a su vez, la que implica el que se libraba la figura del policía del hecho de serlo de un sistema de dominación colonial, lo cual acaba mezclando con lo anterior su papel de represor político. Trujillo y Monagas representa, de hecho, "la psicología perspicaz y aguda del policía decimonónico", en palabras de Manuel Hernández. Y, de hecho, fue su capacidad de penetración en los entramados de la sociedad y sobre todo del hampa lo que le procuraron una enorme fama en las últimas décadas del colonialismo español. El estudio de Hernández, fiel a los rigores del dato histórico, abre la puerta, por lo demás, a otras perspectivas más de orden hermenéutico pertinentes para este estudio sobre el hampa, por lo que de ello pueda extraerse en relación con la construcción (social) del saber o, lo que es lo mismo, los procedimientos discursivos del poder.LA RUPTURA DE MIRANDA. En segundo lugar, "Francisco de Miranda y su ruptura con España" es un amplio análisis de una etapa central en la vida de Fernando de Miranda, como es la de su deserción de las tropas españolas y su ruptura, pues, con la España colonial a lo largo de la Guerra de las Trece Colonias (la guerra de independencia de EE UU), en la que Francia y, en menor medida, también España apoyó al sur de ese país frente a Inglaterra. El libro de Hernández relata básicamente las relaciones de Miranda con los Gálvez, una familia andaluza que dominaba la estructura de poder de la América hispana a través del Consejo de Indias, y que acabó acusándolo tanto a él como a su mentor, el capital general de La Habana, Juan Manuel de Cacigal, de traición y contrabando tras una misión especial en Jamaica, logrando encarcelarlos a ambos. Miranda se vuelve consciente de la lógica metropolitana de los Gálvez de este modo y se produce su giro ideológico en relación con el destino venezolano.Por último, la reedición, también con un estudio crítico de Manuel Hernández, de un libro de encargo a un periodista canario de comienzos del XX. El que le hiciera la Asociación Canaria, una agrupación de isleños pudientes en Cuba, a Francisco González Díaz, un creador de opinión en las Islas cuyos artículos se reeditaban en la prensa americana, como el famoso periódico habanero El diario de la Marina. Cuba se encontraba en plena expansión económica, por contraste con el mal ciclo que la I Guerra Mundial supuso para Canarias. Y los isleños

LAS FIESTAS CANARIAS
LaLaLa fiesta es inherente al ser humano. Es la plasmación de la felicidad por un acontecimiento o fruto de una devoción o una creencia. Canarias puede presumir de múltiples y variadas festividades, la mayor parte de ellas vinculadas a la religión cristiana pero tamizadas de un sincretismo que le dan un valor añadido y unas características únicas. Analizar las fiestas y las creencias en el Archipiélago desde la perspectiva histórica no es tarea fácil. El investigador orotavense, Manuel Hernández, profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna, se aleja de las visiones etnográficas y se adentra en su nuevo libro en este desconocido mundo para el gran público. Su obra, que lleva por título Fiestas y creencias en Canarias en la edad moderna, ofrece una visión de conjunto de las festividades isleñas, haciendo hincapié en su evolución en el tiempo y tratando de eliminar muchos tópicos. Clima.
"Lo más importante en las fiestas canarias es la noche. Las fiestas son nocturnas. El día del santo no importa, lo importante es la víspera. Se trata del momento central. Eso en Canarias se puede hacer, por nuestro clima, que se diferencia de Europa todo el año. La nocturnidad tiene un papel fundamental", resalta Hernández. "En el Archipiélago", precisa el investigador, autor de más de 40 libros de diferentes temáticas históricas y etnográficas, "las condiciones climatológicas y espaciales hacen que las noches sean más importantes. En Europa hay un parón invernal en este aspecto, pero en las Islas no, dado que hay cosechas todo el año. El invierno tropical te permite salir por la noche, y eso sigue existiendo, a pesar de inventos modernos como la romería, que son elementos de pura exhibición", subraya, A la nocturnidad como rasgo diferenciador de las fiestas canarias, se une la teatralidad, relacionada con la pervivencia de la máscara. "Este elemento estaba presente todo el año. Los hombres se vestían de mujer en diferentes épocas, y las mujeres de hombre, no sólo en carnavales. Todavía esta costumbre se conserva en El Palmar, en Buenavista del Norte. Allí, hombres vestidos de mujer bailan delante de la Virgen de la Consolación. Por otro lado, la teatralidad también se manifiesta en fiestas sacras, como en la propia Semana Santa", sostiene. Abundando en este último aspecto, el historiador resalta que la Semana Santa canaria es austera y teatral. "Aquí, históricamente, no hay apenas disciplinantes. Las manifestaciones son mucho más sencillas. Una cuestión que fomentó la teatralidad en esta fiesta fue la aparición de cristos ’móviles’, elaborados a base de pasta de maíz y confeccionados por los indios tarascos", apunta. Las fiestas en Canarias se hallan en el siempre atractivo territorio del sincretismo, con influencias étnicas de diversa procedencia, en la que América ha representando un papel muy importante desde el mismo siglo XVI. "Las fiestas vienen a fomentar las relaciones sociales, acabando con la endogamia local. Por eso, el famoso dicho de san Amaro: ’Fueron dos y vinieron cuatro’, con evidentes referencias sexuales", afirma. Siguiendo en este terreno, Hernández apostilla: "Canarias es una realidad que surge de un proceso de conquista y colonización; por lo tanto, las fiestas son ’nuevas’: vienen de Europa y se mezclan con los aborígenes canarios y con la influencia africana, que es importante, dado que deja su huella". "Incluso hasta el siglo XVIII se traen esclavos para que toquen en las festividades. Canarias no es el medievo, y las fiestas hay que crearlas de nuevo. Por tal motivo, las fiestas en el siglo XVI son muy sencillas y limitadas, y generalmente responden a cristianizaciones naturales. Por ejemplo, San Roque es un santo medieval que tiene que ver con las epidemias, pero en las Islas está vinculado a la montaña. Donde se venera a este santo, siempre hay una montaña. San Pedro y San Juan, cuyo culto está muy extendido en el Archipiélago, también son devociones vinculadas a la naturaleza", rememora el investigador orotavense. Desconocimiento.
A su juicio, existe un gran desconocimiento sobre los orígenes de nuestras fiestas, rodeadas siempre de tópicos. "Cada zona tiene su peculiaridad, por ejemplo, las libreas o la recreación de batallas navales, ’barcos que corren’, que tienen que ver con lo que viene de fuera, que lo condiciona todo: la economía, las plagas, las enfermedades son de tierra adentro. Estas figuras simbolizan el mal y luchan contra el castillo, que es la Virgen. Se trata de la sempiterna confrontación entre el bien y el mal", indica el investigador villero. Según destaca, las creencias en Canarias son "verticales". "Está Dios arriba, pero queda lejos. Es más importante la Virgen, que representa la identidad de la tierra. Cuando hay una sequía, la gente va al santo local o al santo protector del campo; pero cuando eso falla, recurre a la Virgen, que viene en peregrinación", relata. El ciclo festivo reproduce la vida, tal y como explica Hernández. El niño nace en invierno, llega a la pubertad en primavera, en el verano a la madurez, y en otoño a la vejez y a la muerte. "Por eso, en esta última estación se celebra la festividad de difuntos. Es un ciclo que se repite y, por lo tanto, se renueva". El profesor propugna en su libro que las fiestas tenían una continuidad entre Navidad y el Carnaval. "El liberalismo acaba con todo eso, dado que convirtió a la Navidad en una fiesta burguesa y la desgajó del Carnaval. Esa dicotomía que existe hoy entre la Navidad, fiesta de la familia, y los Carnavales, fiesta de la calle, es un invento moderno. La gente iba enmascarada a las fiestas de Navidad, con las misas de luz, que se hacían al alba, y que tras el Concilio Vaticano II, se dejaron de hacer", comenta. Carnaval y burguesía.
Por supuesto, los carnavales ocupan un lugar importante en esta nueva investigación. "En Canarias, las fiestas carnavalescas no surgen como las entendemos en la actualidad. Se inician desde el 8 de diciembre, incluso había una fiesta el 6 de diciembre, la del Obispillo, en la que un niño se vestía de obispo. En el siglo XVIII comienzan a aparecer el Carnaval institucional. A partir de esta centuria aparece la Piñata, documentada por primera vez en 1815, que supone una verdadera ruptura con lo anterior, dado que el Carnaval se mete en la propia Cuaresma, que comienza con el miércoles de ceniza. La Piñata es un invento de la burguesía y es una ruptura con el Antiguo Régimen, puesto que elimina la continuidad entre Navidad y la Carnaval. Surge así el Carnaval moderno", aseguraa independencia centrará la XIV Semana de Historia de AméricaManuel Hernández rastrea en 574 páginas la evolución de las fiestas isleñas
El prestigioso historiador orotavense publica, tras veinte años de investigación, la ampliación de su tesis doctoral sobre la religiosidad y los festejos populares desde la Conquista hasta principios del siglo XIX. El profesor de la ULL constata los cambios en las costumbres derivados del paso del mundo rural al urbano.
ÁLVARO MORALES, Pto. Cruz
Junto a Manuel de Paz, este otro Manuel, de apellidos Hernández González y muy conocido en las Islas por su labor investigadora y divulgativa (no sin dosis de compromiso sobre cuestiones polémicas), es uno de los historiadores canarios con mayor producción bibliográfica. Su último trabajo sintetiza de forma excelente su pasión por el estudio de la historia y regala al lector un denso análisis de la evolución de las fiestas populares, tradiciones y la religiosidad en Canarias desde la Conquista castellana hasta principios del siglo XIX.
Manuel Hernández, profesor de Historia de América en la Universidad de La Laguna, demuestra con esta nueva obra su profundo interés por las Islas y cierra, además, la investigación que dio origen a su tesis doctoral en 1987. Bajo el título de "Fiestas y creencias en Canarias en la edad moderna", este estudioso orotavense arroja luz en 574 páginas sobre la historia de la cultura y las mentalidades de los isleños, siempre desde su consabido rigor, minuciosidad y empeño divulgativo. Hernández ahonda en las fiestas religiosas y profanas, en los ritos sacros, la adoración a imágenes, las advocaciones y otras manifestaciones festivas en un meritorio trabajo contextualizador de la situación sociocultural, económica, política y psicológica que caracterizaba las Islas desde la llegada de los castellanos.
El historiador nos recibe en la célebre plaza del Kiosko de La Orotava y nos lleva hasta su casa de la calle León. Tras mostrarnos su caos de libros en el despacho donde pasa buena parte de sus horas de investigación y escritura desde las 6 de la mañana, se desliza sin poder disimular su pasión por lo que han sido 20 años de estudio que se traducen ahora en este libro, el segundo más largo de cuantos ha escrito junto al dedicado a los conventos villeros. Además, avisa: su nueva obra puede tener continuidad con el estudio de las fiestas desde principios del XIX.
"Tenía tanto material acumulado que creí que era el momento de verterlo en un libro", apunta. "Las fiestas y creencias en Canarias surgen en medio del florecimiento de una sociedad nueva, en la que no hubo Medievo. Eso es muy importante. Aquí hubo simbiosis y sincretismo de creencias entre los castellanos y los guanches, como ocurre, por ejemplo, en las fiestas de la Aldea de San Nicolás. El santoral era muy reducido y hubo que crearlo. Por eso responde en gran parte a fenómenos naturales. Por ejemplo, San Roque, que es un santo francés que se invoca en contraposición a la peste, se relaciona con las montañas y roques, como en Garachico. También está la Virgen de la Peña, como ocurre en el Puerto de la Cruz. Después, por ejemplo, afloran celebraciones como San Juan, en la que se festeja el agua y el fuego".
Preguntado por la siempre controvertida cuestión de las vírgenes patronas, Hernández lo tiene claro y subraya que La Candelaria "es la patrona de Canarias, tal y como decide el obispo Bartolomé García Jiménez. La fiesta se celebra el 2 de febrero. Luego, surge el decreto de la Bajada de la Virgen de las Nieves, de La Palma, en 1676, que también se remite a esa fecha. La celebración del 15 de agosto no tiene lógica eclesiástica. Esto es muy curioso. Los misioneros franciscanos que se encontraban en Lanzarote trajeron o dejaron que llegara la imagen a la costa sobre 1450. Los descendientes de los guanches del Valle de Güímar pugnan por llevar a la virgen, en un claro ejemplo de sincretismo y colaboración, ya que los menceyes del Sur (Abona, Güímar y Adeje) intervienen en la Conquista junto a los castellanos y en contra de menceyatos como los de Taoro, con Bencomo al frente. Hicieron lo mismo que Guanarteme. El problema del patronazgo surge en 1817, cuando se crea el Obispado de Tenerife y la Diócesis de Gran Canaria apuesta por la Virgen de Pino. Como prueba, sin embargo, de que la patrona era La Candelaria están las numerosas parroquias que con ese nombre abren los emigrantes canarios en América".
Hernández González constata cómo han cambiado las fiestas, "principalmente en Gran Canaria por el paso del mundo rural al urbano, lo que aumenta la laicidad. La romería, por ejemplo, es un invento del año 30 del siglo XX, pero sus orígenes se remontan a las fiestas de los campesinos, que poco tienen que ver con las romerías actuales. La gente iba antes a la montaña, a los valles, como tributo a la fertilidad".
"Las alfombras de flores es un invento del siglo XIX que surge en La Orotava, pero tiene que ver con estos tributos del llamado cristianismo cósmico, adaptados al calendario agrícola. Muchas de nuestras fiestas -concluye- son lunares".


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